Elena siente pasión por las prácticas tranquilas que, como el Yin yoga, nos permiten entrar en contacto con nuestra vulnerabilidad para desde ahí desvelarnos nuestra fortaleza.

La práctica de yoga es para mí una invitación amistosa a explorar nuestra verdadera naturaleza, una oportunidad de enfrentarnos constructivamente a los retos de la vida y de traer armonía al mundo que habitamos y que vamos modelando con nuestras acciones. Siento que cada asana, cada respiración, cada momento de atención plena contiene el potencial de la transformación.

El yoga apareció en mi vida (¡para quedarse!) hace más de 25 años. Como soy de naturaleza curiosa, a lo largo de los años he disfrutado explorando diversas corrientes: la precisión del Iyengar, la fluidez del Scaravelli, la magia del Kundalini, lo lúdico del Acroyoga… Desde 2011, me centro en la práctica y la enseñanza del Vinyasa y el Yin yoga.

Después de vivir casi dos décadas en Inglaterra, y tras un breve paso por las montañas de mi Andalucía natal, llegué a Barcelona en 2006, donde he encontrado mi hogar y gente maravillosa con la que me siento crecer. Comencé a enseñar yoga en 2008, después de finalizar una formación de Hatha tradicional con el Centro de Yoga Sivananda Vedanta de Montevideo. En 2010 cursé una formación de Vinyasa con David Lurey y Mirjam Wagner en Brasil. Más recientemente, me formé como profesora de Yin yoga con Jose de Groot (Yin y Anatomía 2012) en Barcelona, con Sarah Powers (Yin/Yang & Mindfulness Meditation; Inner Practices 2013, 2017) en Francia/Londres y de nuevo con Mirjam Wagner y David Lurey en Mallorca (Yin Yang con enfoque terapéutico 2020). Mis estudios académicos son en Antropología/Arqueología y en Traducción. Actualmente soy colaboradora asidua de la revista Yoga Journal y combino la enseñanza del yoga con mi trabajo de traductura (que incluye la traducción de diversos libros de yoga).

En mis clases de Yin busco crear un entorno seguro que nos permita entrar en contacto con nuestra vulnerabilidad para, desde ahí, conocer nuestra fortaleza. Vivimos en sociedades exigentes que hacen que nuestros sistemas se resientan y el desequilibrio se instale en nuestras vidas a distintos niveles. La práctica de Yin yoga busca contrarrestar esta tendencia; es una práctica suave, intensa, amorosa y meditativa con un efecto sutil pero poderoso a nivel físico, emocional y mental, una práctica que nos anima a vivir en un cuerpo feliz, con un corazón tranquilo y una mente clara.